Enclavado en una zona de tránsito entre Oña y Frías (pueblos de interés turístico) entramos en este restaurante acuciados por el hambre. La sorpresa fue grande cuando probamos sus platos. Unos boletus a la plancha exquisitos, croquetas de boletus sabrosisimas y para terminar los entrantes, una selección de ibéricos muy acertada. De segundo plato, no dudamos; todos coincidimos en pedir el solomillo de ternera. Sublime. Tierno y jugoso y cocinado según el gusto de cada uno (poco hecho, al punto, pasado y muy hecho). El local no tenía excesivas pretensiones y el servicio fue muy aceptable. El precio, algo caro si consideramos el lugar, pero barato si tenemos en cuenta el menú. Muy recomendable si andas por la zona.

 
 
 
Esta web utiliza cookies propias para su correcto funcionamiento. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Más información
Privacidad